lunes, 14 de febrero de 2011


- Me gusta esa sensación.
+ ¿La de volverse estúpida?
- No, bueno, en parte; me gusta ser consciente de ello.
+ Sino te explicas, no te entiendo.
- No sé muy bien como explicártelo, pero es como si lo viera todo desde fuera y a la vez lo viviera en primera persona. Soy consciente de que quiero pasar tiempo con él, quiero que me mire solo a mi. Es algo así como un egoísmo compulsivo por su parte, que gire en torno a mí.
+ Vale, me he perdido... ¿de quién hablamos?
- No lo conoces. Ni siquiera yo sé si le conozco del todo bien para poder dar este paso.
+ ¿Qué paso, ni que mierda? ¡Cómo si fueras a casarte con él!
- Sabes ese cosquilleo que recorre tu espalda, cuando sientes que alguien te está observando, levantas la vista, y te sorprende cómo inconscientemente vuestras miradas se han encontrado. Soy incapaz de tranquilizarme si él no me coge de la mano; hace que todo parezca sumamente pequeño, como si él fuera a solucionarlo todo. Me duermo en minutos, si se dedica a darme besos en saltitos por mi ombligo, y por alguna extraña razón, me pongo contentísima si le veo aparecer cuando no me lo esperaba…
+ Me parece todo super-mega-hiper romántico, si te esperas dos segundos, que voy a vomitar, buuaagh, vale, ya.
- Eres un encanto.
+ Ya lo sé, querida.
- Me siento vulnerable, todo esto no tiene sentido, es tan…
+ … Mágico, todo precioso, sisisi. Solo hay una cosa que no entiendo cariño…
- Dime.
+ Si tan vulnerable estás, si tan desprotegida te sientes, si tanto te gustaba… ¿por qué te dio uno de tus trastornos bipolares y no te importó que él se fuera con ella? ¿Por qué diablos te empeñas en que todo el mundo sea feliz menos tú?

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