martes, 14 de abril de 2015

¿Es mejor ser el que ama más o el que ama menos?

Habiendo estado de un lado y no del otro, esto es lo que concluí. 
No he probado las dos caras de la moneda. He sido quien ha amado demasiado. 
Sentir esa angustia de inseguridad y sentir que amas más, o sentir que no tienes suficiente amor para entregar y que no mereces lo que tienes no es, es ningún caso, algo por lo que quieras pasar todos los días de una relación. 
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Por eso, en realidad, me di cuenta de que la única manera de avanzar realmente es el equilibrio. Claro está que habrán días buenos y malos. Que habrán días en que uno quiera gritar amor y el otro solo quiera silencio, pero mientras haya una intención de respeto de ritmos, y exista una alternancia de sentimientos y acciones, habrá un camino que recorrer juntos. 
Cuando ambos aman de igual manera, sus pisadas van formando un recorrido que los dos aceptan hacer en conjunto, y todos los días luchan por ello. Entonces, ¿por qué tenemos la idea de que en toda la relación debe haber alguien que ame más y alguien que ame menos?, ¿por qué siquiera llegamos a preguntarnos cuál de las dos posiciones es mejor? Nadie debería esperar amar más. Nadie debería esperar que alguien lo ame más.
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Un desequilibrio notorio en una relación puede dar indicios de problemas personales de cada una de las partes. Si amas demasiado quizás deberías evaluar si hay algún vacío que buscas llenar a través de esa persona. Puede haber un temor a la soledad que te haga amar tanto para evitar perder a tu pareja. Por otro lado, si amas menos, puede ser un signo de resignación, o falta de autoestima de no sentirte lo suficientemente bueno para recibir tanto amor.
De todos modos no soy nadie para decir qué es lo correcto o incorrecto. El intercambio de amor es distinto en cada relación, y todo es válido. Sin embargo, creo que cuando ambas personas se han aprendido a amar a si mismas lo suficiente, cuando están en paz consigo mismas, cuando la otra persona es una opción de compañía y no una necesidad, el equilibrio es innato. No debería haber razón para que uno amase más que el otro, pues a fin de cuentas, el amor se trata de una completa aceptación del otro, no de una conformación. 

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