jueves, 5 de mayo de 2016

Ella era un alma libre, volaba sola y no necesitaba nada más, hasta que llegó él



Y ella olvidó sus alas, olvidó que sabía volar…
Porque ella era un alma libre. Era ella y nada más. Era fantasía, era alegría, puro vicio, pura armonía. Volaba ella sola. Y no necesitaba nada más. Entonces llegó él. Y ella olvidó sus alas. Olvidó que sabía volar. O quiso olvidarlo. Esperaba que él la alzase en brazos y que la llevase en volandas como añoraba hacer. Pero se equivocaba. Olvidaba que sólo ella podía. Y que él no lo haría jamás.Olvidó también que ella era ELLA, y que eso no lo era nadie más.
Su tiempo lo revirtió, lo repartió, y una vez más, se olvidó de que también ella existía. Ya no recordaba su pasado. En el que lo importante eran sus planes, sus amigos, su tiempo, sus gustos y SU vida. Era todo suyo, todo de ella. Y entonces un día, lo recordó todo.
Recobró la vista, y quiso correr y gritar. Renacer y volver a ser ese pájaro libre e independiente, casi instintivo que verdaderamente no necesitaba a nadie más. Sólo su brisa, su aire, su ajetreo, su propio caos, y en definitiva, su libertad.
Pero, ¿era ya tarde? ¿Acaso podía recuperarla, echar marcha atrás?

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